En un nuevo y alarmante acto de violencia política,
un grupo de estudiantes libertarios fue brutalmente agredido durante
una asamblea en la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ).
La agresión se produjo en el contexto de las protestas
contra el veto a la Ley de Financiamiento Educativo, donde los
libertarios simplemente buscaban manifestar su desacuerdo con
las violentas tomas universitarias que habían sido impuestas
por militantes de extrema izquierda.
Lo que debía ser un espacio de diálogo y debate se
transformó rápidamente en una escena
de violencia, exponiendo una vez más la intolerancia de
la izquierda para aceptar opiniones disidentes.
Los militantes libertarios se presentaron en la asamblea con
la intención de expresar su postura en contra de las tomas, una
medida perjudicial para el desarrollo académico y que afecta
a miles de estudiantes que no comparten la ideología de los grupos
de izquierda.
Sin embargo, al intentar tomar la palabra con un megáfono,
fueron recibidos con gritos de "¡Fuera fachos!" y una hostilidad creciente por
parte de los izquierdistas y grupos como Franja Morada.
Lo que debería haber sido una discusión pacífica se
volvió violenta cuando estos sectores decidieron censurar
a los libertarios, en lugar de permitirles ejercer su derecho legítimo a la
palabra.
No fue sorpresa para muchos ver a la izquierda recurrir a
la violencia física y verbal, una táctica cada vez más
común en los ámbitos universitarios donde se busca imponer un pensamiento
único.
La agresión no se limitó a insultos, ya que los libertarios
fueron empujados y brutalmente golpeados por
los militantes izquierdistas que, bajo el disfraz de la "defensa de la educación
pública", se sienten con el derecho de silenciar a
quienes piensan diferente.
Ante este intento de
asesinato, los estudiantes libertarios, en inferioridad numérica, no
tuvieron más opción que defenderse.
En medio de la agresión,
recurrieron al uso de gas pimienta para dispersar a los
agresores y protegerse de la violencia física a la que estaban siendo
sometidos.
Uno de los libertarios
agredidos grabó un video tras los incidentes, en el cual denunció lo sucedido: "Vinimos a la asamblea de
la UNQ para dar nuestra opinión en contra de la toma y nos agredieron. Uno de
nuestros compañeros resultó herido en la pierna, y la policía de Kicillof no
apareció", denunció.
"Estamos solos, tanto en Quilmes como en la provincia de Buenos
Aires. Nadie nos cuida".
Esta declaración refleja el abandono en el que se
encuentran muchos jóvenes, que son dejados a su suerte frente a la violencia de
los grupos que dominan la escena política universitaria.
La izquierda predica valores como la inclusión y la libertad
de expresión, pero en la práctica, atacan y censuran cualquier
voz que desafíe su discurso hegemónico.
Los libertarios, por su
parte, intentan abrir espacios de debate y defender su derecho a pensar
diferente, enfrentándose a un sistema que parece diseñado para reprimir
cualquier disidencia.
La violencia en la UNQ es
una muestra clara de cómo la izquierda, incapaz de ganar los debates con
ideas, recurre al acoso, la censura y la agresión física para
imponer su visión.
Este tipo de actitudes no solo afectan a los
libertarios, sino a la democracia misma, que se ve cada vez más amenazada por aquellos que no
toleran la diversidad de pensamientos.