Seis meses. Ese fue el tiempo que duró en La Rioja la cuasimoneda con la que el impresentable gobernador Ricardo Quintela pretendía tapar los desaguisados de gestión, los agujeros que le dejaron sus viejas componendas políticas y el derroche de dinero de los contribuyentes. No sirvieron más que para caricaturizar una situación tan anómala como indefendible.
Quintela es el mismo personaje que intentó disputar la presidencia del PJ a Cristina Kirchner y que fracasó porque, según la junta partidaria, nunca presentó los papeles en regla. Es también quien, en septiembre de 2023, había dicho que renunciaría a su cargo en caso de ganar Javier Milei la presidencia. Por lo visto, su palabra vale menos que los Chachos que acaban de fenecer.
Ahora, recién llegado de unas vacaciones en Cariló, donde dice haber releído textos de Juan Perón, desliza que irá por la revancha con el sector interno del PJ “Federales” y que estaría analizando adelantar para mayo próximo las elecciones en su distrito. Vuelve a mostrarse sin fisuras y tal cual es: un gastador serial de los dineros públicos, aunque ya avisó que eso de ir solo a elecciones desdobladas depende de una circunstancia fortuita: “Si nos da el cuero”, dijo.
Es otra bravuconada a medias, como sucedió con el lanzamiento de la cuasimoneda Chachos, producto de otro arrebato del año pasado cuando la Legislatura, donde Quintela tiene mayoría absoluta, le aprobó la emisión por seis meses de la cuasimoneda, hoy desaparecida, por 22.500 millones de pesos con los que supuestamente se iba a poder pagar de todo, además de sueldos públicos. Fue difícil para los riojanos tratar de colocar esos mamarrachos. Muchos comerciantes no los aceptaban, cambiaban de mano con descuentos respecto de los pesos y no servían para pagar a proveedores. Otra mentira disfrazada de supuesta solución.
Fue difícil para los riojanos tratar de que les recibieran los Chachos. Muchos comerciantes los rechazaban, cambiaban de mano con descuentos respecto del peso y no servían para pagar a proveedores del exterior. Fue otra mentira disfrazada de supuesta solución
Los Chachos fueron la única cuasimoneda emitida por una provincia desde la crisis de 2001. Llevaron ese nombre en homenaje al histórico caudillo Ángel Vicente “Chacho” Peñaloza, en un contexto de denuncias contra la Nación, a la que se le reclama dinero coparticipable.
“No pienso rescatar las cuasimonedas, que se hagan cargo; van a perder valor, y engañan a la gente con un papel”, advirtió el presidente Javier Milei. Según datos oficiales de la provincia, se rescataron $79 millones con el 17% de interés y queda 3,8% de lo emitido, por lo que podría haber un nuevo rescate.
El año pasado, La Rioja se había declarado en default al no pagar ni el capital ni los intereses de sus bonos internacionales con vencimiento en 2028.
Los extintos papelitos correspondían a los bonos de cancelación de deuda (Bocade), con una paridad 1 a 1 con el peso. Entraron en circulación el 1º de julio de 2024, con el supuesto objetivo de suplir la falta de recursos propios y fueron presentados como un instrumento diseñado para potenciar el crecimiento financiero local, con miras a reactivar la economía y el consumo, con circulación exclusiva dentro de la provincia. Tampoco ocurrió.
Apenas conocida la intención de crearlos, Milei cuestionó que Quintela no tuviera dinero para pagarle a la policía cuando sí lo tuvo para financiar costosos espectáculos. El gobernador riojano integró, además, el grupo de mandatarios que promovió la reforma de la ley de impuesto a las ganancias –un gravamen coparticipable– en busca de votos para el excandidato peronista a presidente Sergio Massa, provocando así la disminución de recursos para las provincias.
Las cuasimonedas no resultan inéditas en la Argentina. Hicieron su aparición a mediados de 1980, cuando las provincias se vieron sometidas a procesos de racionamiento de fondos por parte de la Nación, pero –como se dijo– reaparecieron con más fuerza en 2001, etapa que concluyó en 2003, después del peor estallido social y económico que registra la historia de nuestro país, en que se rescataron los papeles emitidos por el gobierno de Eduardo Duhalde y luego de Néstor Kirchner.
La Constitución nacional prohíbe a las provincias acuñar sus propias monedas o crear bancos que puedan imprimir billetes. Sin embargo, muchos gobiernos provinciales se las ingeniaron para eludir la prohibición con bonos de deuda como si fueran un sucedáneo de la moneda
Entre los tristes antecedentes figuran el Patacón, en la Provincia de Buenos Aires, las Lecop a nivel nacional, Lecor en Córdoba, Federal en Entre Ríos, Cecacor en Corrientes, Bocade en Tucumán, Petrom en Mendoza, Cemis en Misiones, Bocanfor en Formosa, Huarpes en San Juan, Quebracho en Chaco, Bono Ley 4748 en Catamarca, Letras en Tierra del Fuego y el Petrobono en Chubut y Río Negro.
Estos medios de pago surgen cuando los Estados provinciales gastan más de lo que recaudan, incumplen con sus obligaciones y no cuentan con suficiente liquidez, de modo que esos bonos se suman a la circulación monetaria junto al peso. Obviamente, las cuasimonedas no cumplen todas las funciones de la economía, al no servir como reserva de valor.
A ello se suma como agravante que la Constitución nacional prohíbe a las provincias acuñar sus propias monedas o crear bancos que puedan imprimir billetes. Sin embargo, está más que demostrado que muchos gobiernos provinciales se las han ingeniado para eludir tal prohibición con esos bonos de deuda, utilizándolos como un sucedáneo de la moneda y cumpliendo las mismas funciones del dinero, a pesar de que no lo son. Los Chachos, el Bocade riojano fueron, por tanto, ilegales, violatorios de las normas del Pacto Fiscal.
Nuestro país no necesita más caprichos de gobernadores dispendiosos, que buscan salvar la ropa aplicando fórmulas perimidas e inconducentes, que implican una enorme pérdida de fondos, tiempo y confianza.
Hoy se requiere blindar el equilibrio fiscal, como premisa básica para nuestra economía, anclando los gastos a los ingresos.
En vez de recortar decididamente el gasto, encarando una urgente reforma, Quintela se aferró a recetas fracasadas del pasado y así le fue. Vuelve ahora al ruedo electoral con más promesas incumplibles. Eso, sí, si le da el cuero, como él mismo admite en su ombliguismo de poder insustancial.